Pero como tantos aspectos de la comunicación política, hay vicios muy arraigados que obstaculizan su efectividad, uno de los más evidentes está en la oratoria.
Por décadas los partidos construyeron una forma de hablar en público ajena al uso común, era en sí mismo un código propio de los políticos, y se afianzaba en base a discursos en los grandes eventos protocolarios, en asambleas que eran una perorata formalista, concursos de oratoria en los comités de los partidos, y hasta la declamación como parte de la educación pública.
No importaba si el ciudadano promedio podía comprender algo de lo escuchado, hablamos de una época donde la lucha democrática era inexistente, y por lo tanto no importaban...